martes, 20 de noviembre de 2012

El samurái y el monje

  

Un día, un samurái preguntó al maestro zen Hakuin:

-¿Existe el infierno? ¿Y el paraíso? Y si existen, ¿dónde se encuentran sus puertas? ¿Y cómo se hace para entrar?

Ese samurái era un espíritu simple. No se complicaba con la filosofía y sólo quería saber cómo entrar en el cielo y evitar el infierno. Para responder, Hakuin adoptó un lenguaje al alcance del samurái.

-¿Quién eres? -preguntó.

-Yo soy un samurái -contestó el hombre.

En el Japón, el samurái es un guerrero perfecto que no vacila un segundo en dar su vida cuando es necesario.

-Soy el primero de los samuráis -continuó orgulloso el visitante-. Hasta el emperador me respeta.

-¿Tú eres un samurái? -se burló Hakuin-. Más bien pareces un miserable bribón.

Herido en su amor propio, el samurái olvidó el motivo de su visita y desenvainó la espada.

-Ésa es una puerta -dijo Hakuin sonriendo-. La espada, la cólera, la vanidad, el ego son puertas del infierno.

El samurái comprendió la lección y volvió a envainar la espada.

-Y ésa es otra puerta, la del paraíso... -comentó Hakuin.

martes, 10 de abril de 2012

La sombra

Se dice que todos los seres humanos tenemos un lado obscuro de nuestra personalidad, rasgos o características que preferimos mantener ocultos o simplemente desconocemos de nosotros mismos, posiblemente podamos percibir que albergamos dentro de nosotros algunos sentimientos que no son de nuestro completo agrado, como cuando sentimos envidia, cuando sentimos el deseo de venganza, o cuando nos complacemos muy secretamente de la desventura de otros y si  se  trata de alguien a quien consideramos nuestro enemigo, mucho mejor; Yo he percibido ligeramente  la sombra en algunas personas cuando las escucho decir ante la toma de una difícil decisión:  “De que lloren en su casa o en la mía, pues mejor que lloren en su casa ” o también ejemplificado en el dicho popular que dice “El que nace pa’tamal; del cielo le caen las hojas” como si la desgracia de una persona fuera consecuencia exclusiva de sus actos y omisiones, he percibido la forma más sutil de la sombra cuando escucho a las personas burlarse de otras, cuando veo que alguien abusa de algún minusválido o se niega a prestar ayuda a algún discapacitado; para muchos de nosotros esto es ya casi normal, el desinterés que existe entre las personas, y la falta de compasión es el típico “Ese es su problema y no el mío”. Sé que para muchos es difícil admitir abiertamente e inclusive ante nosotros mismos que tenemos esos sentimientos obscuros, sin embargo ahí están, se dejan ver a veces, aunque la mayoría del tiempo permanezcan  sumergidos en nuestra inconciencia.
Existen formas y actos más evidentes de la obscuridad del ser humano, solo basta con ver las noticias o leer el periódico local un solo día, casi todo trata de los hechos en los que los perpetradores de los crímenes sucumbieron ante sus demonios; pero esos son “ellos”, los delincuentes, los criminales, en ellos es fácil reconocer el lado obscuro, su maldad es evidente  y eso nos lleva a pensar que en comparación nosotros somos unos seres de luz, prácticamente unos santos.
 ¿Y como será para el resto de nosotros, “los normales” ? Los que vamos a misa los domingos, los que no robamos en las empresas en las que trabajamos, los que damos una limosna de vez en cuando al anciano que mendiga en las calles, los que pagamos nuestras deudas puntualmente, los optimistas y positivos, los que meditamos, hacemos yoga y leemos kilos de libros de superación personal, ¿Existe en nosotros un lado obscuro? La respuesta la podemos saber solo si tenemos el valor de ir en búsqueda de ella en lo más profundo de nuestro ser  o bien si algún día pasa algo en nuestras vidas que nos arroje en la cara nuestro lado más obscuro y nos pase como le ocurrió al famoso personaje del extraño caso del Dr. Jakyll y Mr. Hedy, quien contaba con una personalidad dulce y apacible la mayor parte del tiempo  y otra, todo lo contrario, lleno de ira, odio y vergüenza.
Dice el famoso Psiquiatra Carl G. Jung en el libro “El encuentro con la sombra- El poder del lado oculto de la naturaleza humana” del cual es coautor que: “La sombra personal se desarrolla en todos nosotros de manera natural durante la infancia. Cuando nos identificamos con determinados rasgos ideales de nuestra personalidad -como la buena educación y la generosidad, por ejemplo, cualidades que, por otra parte, son reforzadas sistemáticamente por el entorno que nos rodea. No obstante, al mismo tiempo, vamos desterrando también a la sombra aquellas otras cualidades que no se adecuan a nuestra imagen ideal -como la grosería y el egoísmo, por ejemplo-. De esta manera, el ego y la sombra se van edificando simultáneamente, alimentándose, por así decirlo de la misma experiencia vital”.
Esto podría significar que todos los seres humanos tenemos una sombra que nos acompaña durante el largo de nuestras vidas y que para conocernos bien y completamente tenemos que enfrentarnos y descubrir nuestro propio lado obscuro.
La pregunta obligada ahora es: ¿Cómo?, ¿Cómo podemos descender a las profundidades de nuestro ser sin que con el descenso se lesione nuestra auto imagen con la obscura verdad que se esconde en el sótano de nuestro “Yo más oculto” ? y la siguiente pregunta es: ¿Y luego, que voy a hacer? Esta última pregunta es la que nos deja inmóviles ante la posibilidad de ir en búsqueda de nuestra sombra. Solo que… nuestro encuentro es inevitable y ocurre cuando menos nos lo esperamos; dice el mismo autor: sólo podemos ver a la sombra indirectamente a través de los rasgos y las acciones de los demás, sólo podemos darnos cuenta de ella con seguridad fuera de nosotros mismos cuando, por ejemplo, nuestra admiración o nuestro rechazo ante una determinada cualidad de un individuo o de un grupo -como la pereza, la estupidez, la sensualidad o la espiritualidad, pongamos por caso- es desproporcionada, es muy probable que nos hallemos bajo los efectos de la sombra. De este modo, pretendemos expulsar a la sombra de nuestro interior proyectando y atribuyendo determinadas cualidades a los demás en un esfuerzo inconsciente por desterrarlas de nosotros mismos.” Esto, en otras palabras más simples significa que podemos ver nuestra propia sombra reflejada en otras personas cuando lo que percibimos en ellas es algo que nosotros mismos proyectamos, es decir, los demás son nuestro espejo y si vemos en otros la grosería, el egoísmo, el desdén, el desinterés y la maldad y reaccionamos de manera desproporcionada, escandalizándonos por lo que presenciamos o vemos, es porque existe también dentro de nosotros y es por eso que lo rechazamos tan duramente.
La psicoanalista inglesa Molly Tuby describe seis modalidades diferentes para descubrir a la sombra en nuestra vida cotidiana:
·         En los sentimientos exagerados respecto de los demás. («¡No puedo creer que hiciera tal cosa!»«¡No comprendo cómo puede llevar esa ropa!»)
·         En el feedback negativo de quienes nos sirven de espejo. («es la tercera vez que llegas tarde sin decírmelo. »)
·         En aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador sobre diferentes personas. («Sam y yo creemos que no has sido sincero con nosotros.»)
·         En las acciones impulsivas o inadvertidas. («No quería decir eso.»)
·         En aquellas situaciones en las que nos sentimos humillados. («Me avergüenza su modo de tratarme.»)
·         En los enfados desproporcionados por los errores cometidos por los demás. («¡Nunca hace las cosas a su debido tiempo!» «Realmente no controla para nada su peso.»)

También podemos reconocer la irrupción inesperada de la sombra cuando nos sentimos abrumados por la vergüenza o la cólera o cuando descubrimos que nuestra conducta está fuera de lugar. Pero la sombra suele retroceder con la misma prontitud con la que aparece porque descubrirla puede constituir una amenaza terrible para nuestra propia imagen". (sic)

El concepto de la sombra evidentemente no es nuevo, los antiguos griegos inscribieron en el templo de Apolo dos frases muy significativas hasta la fecha, la primera de ellas fue  ”CONOCETE A TI MISMO”, lo cual significa obviamente Conoce todo de ti ,muy especialmente tu lado obscuro y la otra “NADA EN EXCESO”  esta frase solo puede aplicar a quienes han conocido ya el fondo de su lujuria, su ira, su orgullo, su rabia, su gula- en general todos los vicios o pudiésemos decir todos los pecados-  cabe aclarar que en algunos no ha de ser un fondo profundo, solo que debemos saber cuál es nuestro limite, hasta donde somos capaces de llegar, que otra parte de nosotros esta oculta a la vista de todos inclusive escondida para nuestros propios ojos, solo haciendo consiente lo que esta inconsciente dentro de nosotros es que lograremos convertirnos en seres que crecen y que trascienden, "si la negación persiste, ni siquiera nos daremos cuenta de que no nos damos cuenta".

martes, 18 de octubre de 2011

El espejo de mi amiga

Una hoja en blanco para mí siempre ha representado una oportunidad para expresarme, para comunicarme con los demás, recuerdo que cuando era una jovencita, la mejor forma que encontré para hacer contacto con mis emociones fue la escritura, inclusive llegue a elaborar algunas poesías y prosas poéticas. Ya han trascurrido algunos años desde ese entonces y ahora de nuevo escribo para contactar con mis sentimientos, para aclarar mis emociones y de ser posible para aportar al crecimiento de alguien más.
Conversaba en días pasados con una amiga muy querida y me pregunto que si yo creía en esa “teoría” que refiere que como es adentro… es afuera. Yo, conociendo no obstante la respuesta, le pregunte ¿Por qué? Y me dijo con una expresión de lo más angustiosa, "es que cuando yo me veo en el espejo no me gusta lo que veo, no me gustan las circunstancias que rodean mi vida, no me gusta mi empleo, no me gusta que el dinero es escaso", etc.
Una de las cosas mas enriquecedoras en mi vida, son mis amigas, esas mujeres afanosas, diligentes,  astutas, amables, sensibles,  perseverantes y hermosas que son las hermanas que no tuve, es por lo que me dolió saber que mi amiga se veía a sí misma, desagradable  cuando se reflejaba su imagen en el espejo. En realidad no creo poder llegar al punto cierto de decir “que bien conozco fulanita o zutanita”, pues reconozco que la vida interior de cada persona es tan intima que rara vez se muestra y/o se comparte con alguien más. Es poco frecuente que las personas compartan que tienen miedo o pensamientos invasivos, obsesivos y en general medio raros, así como esos sueños que todo el ser humano tiene en los que ocurren cosas que avergüenza contarlos, por absurdos y extraños, pero todo eso es normal, ese tipo de pensamientos y sueños TODOS los tenemos y el que diga que nunca ha soñado cosas muy raras como para contarlas está mintiendo; lo que no es normal es que una vea su imagen el espejo y diga:  "Que fea soy, que gorda y que desagradable me siento". Estos pensamientos son una poderosa señal de que algo en nuestro interior también nos desagrada y nos incomoda tanto como esa imagen que refleja ese espejo, tal vez el principio hermetico,  si aplique y verdaderamente como somos por dentro somos por afuera y como es arriba es abajo. Pienso que la existencia de cualquier circunstancia fuera de nosotros es el reflejo de lo que habita en nuestro interior, ¿Que es lo que se oculta tras esa imagen que nos desagrada tanto? Y ¿si nos desagrada tanto, será tan obvio como lo es para mí, que entonces se carece de una autoaceptación? De una autovalía (autoestima) adecuada. La famosa autoimagen; de eso es de lo que estoy hablando, de la forma en la que nos VEMOS y la medida en la que nos aceptamos como somos; se dice fácil y lo es para muchos, pero para otros no lo es tanto, al contrario es difícil, doloroso, llegar a aceptarse y quererse, puede ser un verdadero suplicio recorriendo un camino bastante tortuoso hasta llegar a la verdad del porque nos autolastimamos comiendo o fumando, o bebiendo o inclusive involucrandonos con personas destructivas. En el caso de las personas obesas por ejemplo;  ( y si alguien que este leyendo esto es obeso y me puede desmentir le ruego lo haga ) la autoaceptación es muy difícil, mas en estos tiempos en los que la delgadez de la figura en lo particular femenina es lo socialmente aceptable, amén de las complicaciones físicas que trae consigo la obesidad y de los señalamientos por parte de algunos ignorantes que afirman que para adelgazar solo se requiere fuerza voluntad, que para bajar de peso lo único que hay que hacer es comer menos, o que los gordos están así porque son indisciplinados y flojos. Todo eso es absolutamente falso, existen otros factores que determinan la obesidad y algunos de los más importantes tienen que ver con aspectos psicológicos, que además, se traducen en consecuencias tales como una imagen corporal distorsionada. Refiere la doctora en nutrición Eliana Silvestri, en su ensayo Aspectos psicológicos de la obesidad,  que imagen corporal es la representación psicológica subjetiva que puede llegar a ser sorprendentemente diferente de la apariencia real (cash & Pruzinsky, 1990). La imagen corporal clásicamente (Slade 1994) se la define como la representación que se tiene del tamaño, contornos y forma del cuerpo y el sentimiento que trae aparejado sus características y las de sus diferentes partes constitutivas.
Es frecuente escuchar que las personas obesas comen por ansiedad como si fuera algo fácil entender o como si la ansiedad se presentara como algo absolutamente incontrolable y no es así, sépase que la ansiedad consiste en el conjunto de reacciones físicas y psicológicas que ocurren ante la presencia de un peligro. La respuesta de ansiedad se encuentra presente desde el nacimiento, siendo un mecanismo natural con el que nacemos. La ansiedad no solo aparece por peligros externos y objetivos, sino también por otros de carácter interno y subjetivo, e incluso por miedos inconscientes. Si la reacción de ansiedad es muy intensa ya sea porque la amenaza realmente sea enorme o porque nuestros mecanismos de respuesta ante los peligros esté desajustado, la reacción física y psicológica lejos de ayudar a hacer frente a la amenaza, se transformará en un peligro agregado. La alarma interna que supone la ansiedad, no debe alcanzar niveles excesivamente elevados, si así lo hiciera hay que reducirla. La mejor forma de reducir la ansiedad es eliminar el peligro que la ha provocado, pero no siempre es posible, en especial cuando el peligro es interno, subjetivo o inconsciente. El comer, o más exactamente masticar, al suponer un gasto de energía y al implicar una forma de desgarrar y triturar (actividad un tanto agresiva) se transforma en una forma de reducir la ansiedad, forma rápida y pasajera pero al alcance del paciente. Si el comer como recurso anti ansiedad se transforma en algo habitual con el tiempo se engordará, incluso estableciendo en algunas personas un círculo vicioso donde la ansiedad se reduce comiendo, por ende engordando, y este aumento de peso genera un motivo de alarma, de preocupación, por lo que nuevamente aparece la ansiedad y una vez más se come como mecanismo compensador.
He llegado a comprender que lo que nos engorda no es la comida, sino la relación que tenemos con ella, para muchos la comida o los alimentos en general tienen un significado  y un valor simbólico, por ejemplo cuando hablamos de pastel y bolsitas de dulces yo inmediatamente lo asocio con fiesta de cumpleaños y diversión o cuando pienso en las palomitas de maíz y los nachos, lo asoció a un momento muy grato de esparcimiento que en mi caso ir al cine.
Este valor simbólico puede aparecer unido a diferentes circunstancias. El simbolismo con el que están cargados algunos alimentos, o mejor sería decir, el simbolismo especial que algunos de ellos tienen, puesto que prácticamente todo lo que comemos evoca en nosotros una valoración más allá de los puramente alimenticio, se da de manera individual para cada persona, no pudiendo, pues extrapolar nunca el significado que tiene una comida para una persona a otra.

Talvez lo que se pueda resumir de todo esto, es que las personas con sobrepeso tienen una relación con la comida en la que esta última los compensa, los tranquiliza, los acompaña (pues, la comida nunca te abandonará), y llena un vacío que nada tiene que ver con el estomago sino con la necesidad de afecto y aceptación;  así que a mi hermosa amiga quiero decirle que la quiero mucho y la acepto como ella es, sin juzgarla, sin pretender cambiarla y que la acompañaré en esta senda que ha decidido emprender, el camino a una vida más saludable en todos los sentidos.